19/6/14

El extraño - Lovecraft

The outsider, Howard Phillip Lovecraft (1890-1937)

Infeliz es aquel a quien sus recuerdos infantiles sólo traen miedo y tristeza. Desgraciado aquel que vuelve la mirada hacia horas solitarias en bastos y lúgubres recintos de cortinados marrones y alucinantes hileras de antiguos volúmenes, o hacia pavorosas vigilias a la sombra de árboles descomunales y grotescos, cargados de enredaderas, que agitan silenciosamente en las alturas sus ramas retorcidas. Tal es lo que los dioses me destinaron... a mí, el aturdido, el frustrado, el estéril, el arruinado y sin embargo, me siento extrañamente satisfecho y me aferro con desesperación a esos recuerdos marchitos cada vez que mi mente amenza con ir más allá, hacia el otro.

9/6/14

Escape



Seguro me van a preguntar por qué huí si no hice nada. Igual corro, pasa que a los canas yanquis no les simpatizo. Más de una vez me cabió el encierro, pero esta no.

¡Él empezó la pelea! Yo ni le quería pegar, lo empujé no más. Y al toque pasó el auto. A toda velocidad, pareció un rayo.

¡Yo también soy más tarado! Para qué volví al bar.

Miro y parece que ya no me sigue nadie. Eso me preocupa más.

Escondido

Madeline Von Foerster

¿Qué tanto buscás en tu reflejo, Michelangelo? Los fantasmas no están del otro lado, están acá.
No te encojas de hombros, ojalá pudiésemos restarle importancia. La cosa es que esto se comienza a volver grave, y mirándote al espejo no lo vas a solucionar.
Te perdés más de lo que te encontrás con estas introspecciones, ¿por qué desviás la mirada? Ché, escuchame cuando te hablo. Te puedo ayudar, para que saques la melancolía esa que tenés en los ojos.

No suspires, que los vas a despertar. No estoy exagerando. Dejá de tirar horas de esta forma, vamos afuera. Vamos a actuar, a practicar.

La pata

Lo que pasa es que más que meter la pata, se encargaba de ensuciarse hasta la rodilla y a poco bañarse en el barro.
Catastróficamente catrasca, hasta el fin del mundo. Si había algo arruinable, lo arruinaba; si había algo que podía salir mal, le salía mal. De haberla conocido Murphy, sus teorías hubiesen sido inmediatamente comprobadas.
Si una mujer es estéril, nunca falta el ingenioso que pregunta cómo están sus hijos.
Si alguien quedó huérfano, siempre hay algún tarado que suelta ‘¿Y tus papás? Hace mucho que no los veo.’
Mujer con problemas de obesidad, ‘¿Y cómo va el bebé?’
Pisar con la rueda del carrito de súper a una persona con problemas en los pies.

Todos esos juntos y mocos de mayor magnitud, aunque parecieran no existir, pueden ser recopilados en su libro de “No lo repitas”. Una guía que en lugar de ayudar parece alentarle a que se choque al menos cuatro o cinco veces contra el mismo poste, puesto que pocas son las metidas de pata que no ha echado más de dos veces.