17/7/14

El trabajito de...


Hoy me quedé pensando... Un chico se me acercó y mientras trabajaba me preguntó si yo había elegido hacer esto. Parecía compadecido de mi, y me divirtió.
Seguro que para un nene, que piensa en ser astronauta o bombero, ser masajeador de manos en un crucero es el trabajo que nadie quiere hacer.
En realidad sí amo las manos, me parecen una de las partes del cuerpo de las personas más dulces. Las manos de papá que te alzaron, las de mamá que te ayudaron a caminar, las de la maestra que te corrigió.

16/7/14

¿Y Fufu?

¡Ya sé! No me hagas sentir culpable ni me presiones. Se me hace difícil pensar bajo presión... Y bajo no presión también pero la cosa es que trabás el fluir de mis pensamientos. Alejate, necesito concentrarme. 

Pucha esta vez en serio arruiné todo. Tengo que ver cómo lo arreglo. La vieja me va a querer matar, pero yo no quise incinerar a su gato. 

Si me escapo ahora, no cobro; si espero a que llegue, va a ver que asesiné a Fufu. 
¡Qué moquero! Cómo se me va a ocurrir prender un cigarrillo con la cola de Fufu al lado. Tengo la mano inflamada y roja, pero no puedo parar de mirar esa bola de carbón que antes era un gato. ¡Qué hago! Lo peor es que se demoró como quince minutos en morir. Ya está, Conrado, pero hubiese sido inutil una intervención: era demasiado peludo como para sobrevivir. 

5/7/14

Anecdotario

- Bueno, dale. Abrí ese mail, quiero ver qué tenemos.
- Te advierto que por buena que sea la foto que acaba de llegar, esa de Lopez fumando porro entre alumnos queda de portada eh.
- Estás loco. No pienso dejarte poner esa.
- Vos porque te enamoraste de la Lopez, pero la foto es demasiado buena.
- Ché, ¿A vos te rugió la panza o a mi?
-Y, yo llevo desde la mañana sin comer. No sé para vos, pero para mi vale la pena.

4/7/14

Mil y un

Hace no más de dos días desde que me mudé a esta cabañita desolada y hoy recibí mi primera visita. Un chico normal a simple vista, pelo azul, ojos naranjas, la piel muy blanca y dos simpáticas alitas de muchos colores que le salían de atrás de las orejas. Lo extraño fue que no me saludó cuando abrí la puerta.
-Tenés muchos dientes de león en tu patio delantero - dijo directamente- ¿Alguna vez los usaste para ensaladas?
Parecía un tipo maduro hasta que habló. Ahora para mi era un nene, sobre todo después de que alzó una mano, cerrada con una fuerza orgullosa alrededor de muchos dientes de león.
- No, nunca había escuchado de alguien que los usara…
- Ah, son muy buenas… Si me dejás pasar te enseño una receta.
Cualquier otro día yo hubiese cerrado la puerta o llamado a la policía. Pero esta mañana el pastor había predicado sobre el dar sin miedo, y para evitar caer en la hipocresía no sólo lo dejé pasar y enseñarme, sino que también preparé té para acompañar la ensalada.
- ¿Cómo te llamás?

3/7/14

Los omicritas y el hombre-pez - Juan Jacobo Bajarlia

La pecera medía dos metros de alto por uno y medio de ancho. Era de un material rojizo e irrompible, semejante a un cristal de color. Estaba emplazada sobre un promontorio, en el cruce de dos canales cuyas aguas, provenientes del deshielo de los casquetes polares de Omicron B, se introducían en ella renovándola permanentemente. En el agua de la pecera se movía (nadaba) el hombre-pez. Medía 50 centímetros de largo, y braceaba con lentitud, como si estuviera meditando. A veces se paraba y miraba extrañamente a los niños marcianos que lo contemplaban. Entonces, éstos lo amedrentaban y le hacían piruetas. Y el hombre-pez recobraba la lentitud de sus movimientos.

-Está triste -dijo un niño omicrita ese día, hablando con sus amigos-. Le falta la hembra. Pero su raza ya está extinguida. La tierra fue destruida hace mucho tiempo, y ahora sólo es una pequeña bola de plomo cuya órbita se ha desplazado hacia Omicron B.

-Entonces era un terresiano!

-Ni más ni menos. Cuando lo trajeron medía cerca de dos metros de alto y tenía mucha fuerza. Lo pusieron en la pecera para conservarlo, y parece que el frío contrajo su corpulencia. Es muy posible que dentro de cien años más mida un centímetro. Nadie sabe cómo impedirlo.

-Si eso es verdad -intervino otro niño-, el hombre-pez se va a convertir en un gusano. Después morirá.


Citas acumuladas

Citas innecesariamente acumuladas en este lugar. Sin itálica.

Interminable sala

Inspirar acá sentado es como llenarse los pulmones de plomo. Señora, ¿usted no está asfixiada también? ¿Cómo puede distraerse con el televisor, si nos morimos de a poco en la espera?
El hombre de al lado mastica el chicle demasiado fuerte y la secretaria no puede parar de comer caramelos. Deja el teléfono sonando para pelar uno y llevárselo a la boca. Podía ser una urgencia, pero se ve que ella necesitaba el caramelo para vivir.

Obkafkiano

Hoy entro a su pieza por primera vez desde su extraña desaparición. No lo hubiese hecho de no ser porque necesito mis zapatos.
Cuando me acerco a la cama para alzarlos veo su diario, abierto sobre la cama. Sería inhumano resistir la tentación, y en cualquiera de los casos mi tio no va a volver.
Necesito saber qué pasó esa última noche, y el relato comienza así: